martes, 18 de enero de 2022

Viaje a Estambul: día 2. "Frío, mezquitas y un 'Gran Bazar'"

Esta vez sí, por fin nos levantamos con la hora turca, aunque a pesar de la alegría que conllevó poder tomar ese desayuno un poco atípico para nosotros (había varios tipos de ensalada!), Laura la dormilona y Emma la despistada entraron en acción cuando iban bajando las escaleras: Emma se tropezó y ese impulso le llevó a agarrarse a Laura que, como estabilidad le falta un poquito, hizo que terminaran las dos en el suelo.

Cuando salimos a nuestra aventura de recorrer las calles y monumentos de Estambul, nos dimos cuenta de que el frío traspasaba todas las capas de ropa y se adentraba en los huesos de una manera escalofriante que nos hacía estar con las cervicales encogidas. 



Mientras estábamos atendiendo a nuestras visitas guiadas, hubo un amago de nevada. Sí, nos estaban cayendo copos de nieve en nuestras cabezas y, claro, como buenos extremeños de la zona de la Reserva de la Biosfera que somos, que muy pocas veces hemos visto nevar en nuestros pueblos, comenzamos a ilusionarnos y a hacer un mundo de unos copos dos de nieve que cuando llegaban al suelo se deshacían. 

Nuestra primera visita fue a la famosa Mezquita Azul con la que nos llevamos una gran desilusión por los trabajos de restauración. Aún así, pudimos disfrutar de los maravillosos colores en tonos azules. Continuando con la visita, fuimos a la mezquita de Santa Sofía, donde sí que nos quedamos muy impresionados con su gran belleza en el interior. Por respeto a la religión musulmana, al entrar en las mezquitas nos tuvimos que tapar el pelo las mujeres y descalzarnos todos, lo cual hizo que a Laura se le rompiera uno de los cordones de las zapatillas. Después, fuimos a otro de los lugares más turísticos de la ciudad: una de las míticas cisternas subterráneas, en la que pudimos ver un maravilloso espectáculo de luces en 3D proyectadas por toda la bonita estructura. 



Llegó el turno de la ansiada comida, aunque a nosotros, los españoles, nos parecía un poco temprano. Sin embargo, a alguno de nosotros no le hizo mucha gracia el plato de "pizza" turca de pimientos. En este mismo restaurante le leyeron los posos del café a Miguel que se quedó alucinando con tal capacidad de lectura: ¿su futuro? Sin duda brillante. 



Después de la comida fuimos al Grand Bazaar, un centro comercial con más de 4000 tiendas. Nuestros profesores (como son tan precavidos) nos repartieron unos walkie-talkies para que en caso de despiste pudiéramos comunicarnos con ellos, aunque en ocasiones pudimos conectar con lo que bien podía ser la radio de policía turca. Como anécdota, cabe destacar que uno de los miles de gatos callejeros que habitan en esta ciudad, en un ataque de locura, comenzó a escalar un puesto de joyería que acabó destrozado. 


Al salir de esta vorágine de gente, souvenires, ropa y "bueno, bonito y baratos", nos dieron tiempo libre. En este paréntesis de "libertad", José Maria, el viejo de pueblo, olvidó un obsequio que había comprado en otra tienda, y no se dio cuenta hasta que no íbamos camino del hotel... menos mal que todo terminó en un susto porque nos dimos la vuelta y la camiseta había sido rescatada por los tenderos.

Por último, tras una mini siesta en el hotel (el cansancio ya va haciendo mella), salimos a cenar algo cerca del hotel, con lo que concluyó esta intensa y gélida jornada.

¡Seguimos trabajando, seguimos aprendiendo!

Ana, Carlos, Claudia, Emma, Javier, José María, Laura, Paz y Miguel. 

4 comentarios:

  1. Qué chulo todo, chicos, no le tengáis miedo al frío y aprovechad y compartid! 😉

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  2. Muchachos, gracias por cuidarme a Miguel ;) (aquí su hrrmano al aparato)

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  3. ¡Qué divertido! Seguid disfrutando😘😘

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  4. Aprovechad y bichead todo lo q podáis. Es una experiencia única.

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