domingo, 14 de noviembre de 2021

Viaje a Cracovia: días 6 y 7. Una colina, un escape room, y una despedida.

Nuestro sexto y penúltimo día comenzó con el desayuno en el restaurante de siempre. Nos sirvieron lo mismo que el primer día: salchichas con huevo, panecillos, tomate y queso.

Aquí ya éramos conscientes de que sería nuestro último desayuno juntos en Cracovia, por lo que estábamos algo apagados pero con ganas de disfrutar y aprovechar el día al máximo.

Nuestra primera actividad fue ir a una colina que, según Miguel, tenía forma de magdalena, y también visitamos un museo cercano. Al llegar allí, realizamos unas divertidas actividades en grupos lideradas por los alumnos polacos que vendrán a España más adelante cuyo objetivo era conocer mejor el idioma propio de cada uno de los países participantes.






Después de esto entramos al museo, el cual pudimos visitar a nuestro ritmo y, a continuación, subimos a la hill.

Cabe mencionar que María (la de la ouija mal hecha) y Lorena (la que siempre se mancha) no subieron hasta que todos los demás estaban ya bajando (se tomaron al pie de la letra lo de "a nuestro ritmo”).

Desde la colina se podía observar una gran parte de la ciudad y uno de los alumnos polacos que ya mencionamos en otro blog, Mateusz, nos explicó lo que veíamos desde lo alto.

Más tarde, nos dirigimos al instituto del distrito de Nowa Huta, donde tuvimos una despedida por todo lo alto en la que nos regalaron algo muy especial e inesperado: los calcetines más coloridos de toda Cracovia, que sin duda utilizaremos los llamados "viernes coloridos".



Al terminar, fuimos a comer al restaurante del primer día, junto al instituto, pero para nuestra sorpresa había POLLO CON PATATAS. Tras un pequeño colapso mental a la hora de pedir servilletas y pan (no entendían que quisiéramos pan con la comida), nos encaminamos hacia el instituto de nuevo para la gran despedida.

Fue uno de los momentos más especiales de todo el viaje, ya que estuvimos cantando y bailando todos juntos en corros, gritando y riéndonos todo el rato.



Por desgracia, esto no duró todo lo que hubiésemos querido, ya que tuvimos que regresar al apartamento en autobús. Una vez dentro, a nuestra querida María casi le da un ataque por haber perdido el móvil, pero afortunadamente lo encontró una alumna polaca, Patrycja, que tuvo la amabilidad de acercarlo a nuestro alojamiento.

Al terminar esta maravillosa despedida, ya en el apartamento, nos dispusimos a prepararnos para el afortunado plan que teníamos después: ¡nuestro primer escape room! Al llegar a la sala dejamos todas nuestras cosas en unas taquillas y una amable polaca nos explicó en lo que consistiría el juego.

A continuación, el primer grupo (formado por Paz, Pablo "without Antonio", Lorena, María y Jimena) entró en una oscura sala y comenzaron su misión, que consistía en abrir 13 cajas fuertes con muchas y dudosas pistas para robar un valioso reloj. El segundo grupo (formado por el archiconocido Pablo Sevilla, Miguel, Javier y Clara) se adentró en una misteriosa habitación en la que tuvieron que superar muchas pruebas para matar a Hitler, y aunque lo consiguieron a tiempo, el mecanismo de la prueba final no funcionó como debería, digamos que le hicieron ser inmortal.


Una vez terminada esta novedosa actividad, acudimos de nuevo a cenar al restaurante donde unos días antes conocimos a  Julia, la cantante polaca. Y disfrutamos de una cena exquisita acompañada por un gran grupo de música, en este caso de rock.


El último día fue continuación directa del anterior, ya que esa noche no dormimos porque estuvimos disfrutando de los últimos momentos junto a todos los alumnos de los distintos países en la habitación de nuestras chicas. A las tres de la mañana, llegó el momento más duro de todos: despedirnos de nuestros amigos. Fue un suceso difícil y triste pero no teníamos más remedio y, por supuesto, no faltaron las lágrimas. 

A continuación, fuimos a la parada de bus, desde donde nuestro "saladísimo" conductor nos llevó hasta el aeropuerto junto con nuestros compañeros de Turquía. Al llegar allí, tuvimos que facturar nuestra pesada maleta y, más tarde, pasamos por los controles para coger nuestro avión. Cómo no, tuvimos algunas experiencias graciosas e imprevistas, y es que nuestras compañeras Clara y Jimena pitaron en los controles. Les hicieron un control de drogas pero, por supuesto, no tenían nada y quedó en una divertida anécdota.


¡Qué bien estuvimos a las seis de la mañana en la pista de los aviones con la niebla de Cracovia! A esas horas de la mañana nos disponíamos a revivir el montar en avión, pero el cansancio y el sueño pudieron con nosotros y casi ni nos enteramos tanto del despegue como del aterrizaje. Llegamos a Madrid bastante pronto pero, aún así, nuestro conductor, Martín, ya nos estaba esperando para llevarnos de vuelta a Alcántara. Otro viaje que hicimos los ocho dormidos (ya que nuestro professore Miguel tuvo que quedarse en la capital para volver al día siguiente en el famoso tren de Extremadura; con el de la mina de carbón quizás hubiera llegado antes). Al llegar, nuestros progenitores nos estaban esperando como buenos padres y madres, pero lo mejor fue la mini fiesta de bienvenida que la hija de Paz le tenía preparada. 

Y ese fue el viaje. Esa fue la experiencia. Eso fue todo. Pero antes de terminar con nuestro blog, queríamos agradecer a los best teachers, gracias a los cuales fuimos la envidia de los demás países ;), su enorme esfuerzo, ganas y dedicación por esta movilidad y sobre todo, el cuidado y el cariño que recibimos por su parte.  ¡Sin vosotros no hubiera sido lo mismo! Todo eso nos llegó a la patata y al corazón. Y como bien nos dijisteis, “vela que va delante es la que alumbra”… Thank you!


¡Seguiremos trabajando, seguiremos aprendiendo! 

Clara, Javier, Jimena, Lorena, María, Pablo M., Pablo S., Paz y Miguel.



1 comentario:

  1. Muchas gracias por habernos dejado ser testigos de esta bonita experiencia, a veces con un poco de envidia, lo confieso... 😘

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